Tango del mar

a los economistas

Un ojo gigante
rodando por la arena
por la orilla del billar
de la tierra
sin llorar
con la sal
harina del mar
tan gigante como el sol
(o como el amor)
como un planeta
dentro de otro
(fuera de si)
contemplando el juego de los pájaros
que vuelan por pura diversión
por puro desgaste de energía
diría un economista como yo.

Un ojo pequeño (como el tuyo o el mío)
sin párpados
lo mira mirar
desde el muelle
lo ve ver
como la miga mira al pan, y
quiere ser gigante,
quiere ser testigo par también.

(*)

Navegar en la lágrima.

Surcar los 7 llantos

cuando la mirada es un relámpago

cuando el ojo gigante decida sumergirse

en la noche submarina del miedo

los hombres ven llegar al agua en estampida

y verán, por fin veremos,

al fondo del océano atardeciendo

con frambuesas jugosas adornando los corales

peces fluorescentes pastando en el silencio

de los campos de algas verdes qeu bailan

con la corriente, el agua, el viento.

Y, y, y , y, y , ¡ faltaba más! , verán

¡a un ojo gigante rodaaando por Callao!



(*) La simetría generalizada sobre la cual construimos nuestros arquetipos de equilibrio consigna que el par de un ojo pequeño debe ser otro ojo pequeño, aunque justamente por el mismo motivo debiera ser todo lo contrario. Que sucede cuando un ojo pequeño encuentra su media naranja en un ojo gigantezco? Que sucederá cuando el ojo de piedra empiece a ver? Y si lo impar reinara? Y si el tercer ojo se abriese una mañana violeta que es lo que veríamos? Y si todos los ciegos estuviesen mintiendo?

2 de julio de 2010

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