Flor

Esta es la breve historia del ogro que para no morir de inanición arrancaba con sus dientes las flores del Paraíso. La vida de esos jardines ahora estaba extinta, y el ogro recostado sobre el tronco de un palo borracho eructaba con olor a jazmín y una sonrisa de satisfacción. El paraíso lucía como un bosque arrancado de raíz. El ogro, una vez acabada su digestión, no soportó la culpa de ver el cuadro de su matanza y optó por ahorcarse con sus propias venas del árbol que respaldo le dió.
Y así lo hizo, pero como la naturaleza es sabia y justa sin juicios, hizo crecer de sus ojos una orquídea de cada color.

Libertango

Caminé al máximo atropellando estrellas a mi paso. Nunca me detuve, se me gastaron los pies, las rodillas , las piernas, pantorrillas, los muslos las caderas el ombligo y el pecho, el cuello, los ojos, el pelo los miedos pero a cambio tengo otro corazón.

Cuando la lluvia llegó

Radiografía Número Uno.

Cierra tus ojos.
El horror, magia negra: desesperación. Las explosiones se cobran la vista de los niños. Mientras, tu lengua gira, aletea dentro de tu boca como las alas del colibrí. Se estrella contra tu paladar de corteza y este derrama su sopa de letras. Allí en tu boca un holocausto de amor, pero nadie lo oye porque a los muertos la boca les cosen.


Excavación Número Dos.

Esquivando charcos, adoquines hirviendo, crucé. A mi izquierda un pájaro muerto cayó como una palta sobre un cura y lo mató. Nadie reclamó su ausencia.
Los neumáticos rebotaban sobre sus costillas ya deshechas; "¡pero que enchastre che!". Los conductores reclamando el rebacheo prometido en campaña, y el cura sin los ojos miraba, sin forma, olvidado junto al pájaro que aún conservaba algunas de sus plumas preferidas.
Las ratas una noche se apiadaron del pájaro (y del cura) y organizadas en un regimiento de alfombra negra cargaron los cuerpos muertos pero calientes, quemados por la cocción del asfalto de febrero.
A donde los llevaron no le sé, pero ese día en que las ratas limpiaron la ciudad, las Gaviotas derramaron desde el cielo una lluvia de jacarandá.

Sutura Número Tres.

Si prestaba atención podía escuchar a los brotes saliendo de la tierra y como ésta cedía frente al impulso decidido de la vida. Solté mi pluma, descansé la mano y me llené de esperma los pulmones. Un hilo verde ascendía agarrado al cielo causando un ruido cercano al silencio . Desde el agujero hondo abierto debajo de mi silla podía yo escuchar la lucha del mar en su intento por subir. Todos saben que nada puedo hacer cuando miro al mar. (subía, subiendo, subió).

"De todo laberinto
se sale por Arriba"

fragmento "Laberinto de amor" L. Marechal

Sobre algunas de las formas del silencio

"Escribe mientras sea posible. Escribe cuando sea imposible. Ama el silencio. " Miguel Angel Bustos


1.
Frente mío. Sus ojos en el vértigo púrpura del llanto. Por la rendija de su boca se escapaba el olor del amanecer. Siempre en silencio, ella allá y yo con los pies escondidos en el mar, como siempre. Nunca nos conocimos las voces. La sombra de un pájaro recorrió su rostro blanco, como un alma. Su primera palabra fue su última, y yo no la escuché.

2.
No es el mismo silencio el que separa las manos del pianista de sus teclas del silencio que habita del otro lado de una puerta.

3.
¿Dueño del silencio?
¿esclavo de las palabras?
Gritar con toda las fuerzas.

4.
En la arena estaba. La palabra camuflada en mi silencio. Una línea continua, un surco luminiscente, un garabato con ganas de decir. La huella de su dedo viajando velozmente por la orilla del mar. Agua de todos los colores.

5.
Bajo el mar nadie me oye llorar.

5.
Una gaviota me sopló al oído,
eso que por no haber querido,


no escuché.

6.
ECO ECO ECO ECO ECO ECO ECO ECO ECO ECO ECO ECO ECO ECO

Tres Ombúes

a R.E.L.G.

Dentro de la copa
en la palma del ombú,
no garras sino manos
que me agarran en el momento justo
con su piel de árbol-elefante.

Estoy, dentro de la copa,
de la noche silbada
por el viento que acerca
un mensaje del Rio de la Plata.

Estoy dentro de la copa,
aquí me quedo, vivo
como en un pecho;
una cúpula de tejas verdes.

¿Y qué hago?
celebro un cumpleaños,
21 de noviembre,
Ausente que dice "presente".

(El viento que no apaga las velitas).

Las ramas que me tienen
se mueven y mi corazón con ellas
ombú, on-bú
aquí me tienes
llorando dentro de tuyo.
Hoy soy tu corazón

Mi llanto latiendo
pero las hojas
que tanto saben de lluvia
secan mis mejillas
borrando lágrimas,
que guardan junto al agua
de la última tormenta.

El viento seca
lo que el alma moja.

21/11/2008

Carta de Julio Cortázar a Roberto Fernandez Retamar

París, 29 de octubre de 1967

"Roberto, Adelaida, mis muy queridos:

Anoche volví a París desde Argel. Solo ahora, en mi casa, soy capaz de escribirles coherentemente; allá, metido en un mundo donde sólo contaba el trabajo, dejé irse los días como en una pesadilla, comprando periódico tras periódico, sin querer convencerme, mirando esas fotos que todos hemos mirado, leyendo los mismos cables y entrando hora a hora en la más dura de las aceptaciones. Entonces me llegó telefónicamente tu mensaje, Roberto, y entregué ese texto que debiste recibir y que vuelvo a enviarte aquí por si hay tiempo de que lo veas otra vez antes de que se imprima, pues sé lo que son los mecanismos del telex y lo que pasa con las palabras y las frases. Quiero decirte esto: no sé escribir cuando algo me duele tanto, no soy, no seré nunca el escritor profesional listo a producir lo que se espera de él, lo que le piden o lo que él mismo se pide desesperadamente. La verdad es que la escritura, hoy y frente a esto, me parece la más banal de las artes, una especie de refugio, de disimulo casi, la sustitución de lo insustituible. El Che ha muerto y a mí no me queda más que silencio, hasta quién sabe cuándo; si te envié este texto fue porque eras tú quien me lo pedía, y porque sé cuánto querías al Che y lo que él significaba para ti. Aquí en París encontré un cable de Lisandro Otero pidiéndome ciento cincuenta palabras para Cuba. Así, ciento cincuenta palabras, como si uno pudiera sacarse las palabras del bolsillo como monedas. No creo que pueda escribirlas, estoy vacío y seco, y caería en la retórica. Y eso no, sobre todo eso no. Lisandro me perdonará mi silencio, o lo entenderá mal, no me importa; en todo caso tu sabrás lo que siento. Mira, allá en Argel, rodeado de imbéciles burócratas, en una oficina donde se seguía con la rutina de siempre, me encerré una y otra vez en el baño para llorar; había que estar en un baño, comprendes, para estar solo, para poder desahogarse sin violar las sacrosantas reglas del buen vivir en una organización internacional. Y todo esto que te cuento también me avergüenza porque hablo de mí, la eterna primera persona del singular, y en cambio me siento incapaz de decir nada de él. Me callo entonces. Recibiste, espero, el cable que te envié antes de tu mensaje. Era mi única manera de abrazarte, a ti y a Adelaida, a todos los amigos de la Casa. Y para ti también es esto, lo único que fui capaz de hacer en esas primeras horas, esto que nació como un poema y que quiero que tengas y que guardes para que estemos más juntos.


Che

Yo tuve un hermano.

No nos vimos nunca
perono importaba.

Yo tuve un hermano
que iba por los montes
mientras yo dormía.

Lo quise a mi modo,
le tomé su voz
libre como el agua,
caminé de a ratos
cerca de su sombra.

No nos vimos
nuncapero no importaba,
mi hermano despierto
mientras yo dormía,

mi hermano mostrándome
detrás de la noche
su estrella elegida.


Ya nos escribiremos. Abraza mucho a Adelaida. Hasta siempre.
Julio"
El sol no es
necesario ni suficiente
para que amanezca.

Los sueños, el mar, la parra de uvas, el color, las plumas y la garganta ardiendo sí lo son.

(si lo son)