Cuando te veo de espaldas no puedo ver tu nariz. Esto no quiere decir que no tengas nariz, sino simplemente que mis ojos no pueden dar con tu nariz.
Cuando me das la espalda no puedes verme a mí. Esto no quiere decir que yo no exista o que no me sientas. Simplemente quiere decir que tus ojos están clavados en otro punto donde yo no existo (o si?). Por ejemplo un lunar en una nuca, o una gota de agua tatuada en esta espalda que te da la cara. Pero yo sí existo, como tu nariz, como la gota ó los alienígenas, al menos en una de las realidades posibles.
Claro. Hay probabilidades improbables e imposibilidades posibles. Dentro de este mazo de certezas que los 5 sentiditos se reparten entre el humo, el alcohol y la somnolencia hay cartas que no salen mucho. Si me dijeras de espaldas que a la cuenta de tres girarías, yo esperaría ansioso detrás tuyo para conocer cara a cara a esa nariz que debía de existir, sí ó sí. Pero si giraras primera la cabeza, bella, sobre tu hombro izquierdo para revelarme finalmente tu rostro, y éste, para mi sorpresa se encontrara des - narizado yo ya no sabría que pensar sobre la ceguera.
Suposiciones, realidades, verdad. Ojos en relación de dependencia. Oídos que le arrancarían una risa al perro mas sordo del mundo. Lengua vulgar y corta, deditos que no sirven para trepar por las paredes. Y como si esto fuera poco, una nariz que ni siquiera existe.
5/3/2010