Siempre
en la intersección de dos pétalos
habrá sombra y un
escondite para bichos,
minutos de una siesta,
abrigo diminuto del tibio
perfume del verano.
Ahí,
entre el amarillo superpuesto
entre escamas vegetales
te espero vivito y sin prudencia
con un ramo de gotas rojas
y un sombrero que no rima
callado como el viento
mirando como miran
tus enormes ojos dibujados
hacia mi.
Bajo el toldo de la flores para siempre.
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