Fotografía siglo veintiuno

Falsa alegria. Orgasmos fingidos. Un mundo que te engaña tema a tema.
Grasa.
Crema.
Cuerpos.
Asco.
Un montón de humanos incinerados por la llama más barata (hay fuegos dignos, como el del tronco que arde frente al mar). Cuando abro los ojos me duelen, me castiga lo que ven y vuelvo a cerrarlos. Un día ya no se abrirán, espero con paciencia que suceda, caso contrario se me caerán los dedos y se me freirá el cerebro de una vez por todas. Se deshace en la noche el corazón pero nadie lo nota.

¿Acaso importa un muerto más?

No hay comentarios: