Puente roto

Ya no hay puente
que comunique a nuestros ojos
ni celeste, ni luz
no hay puente
solo escombros, ruinas
piedras que recuerdan
que el pasado existió.

Completan la ausencia
la luz fría de dos soles,
dos ojos estelares
dos cuerpos celestes.

y como esquirlas de piedra negra
los cuervos salpican el cielo
con su vuelo epiléptico
como tinta derramada
en carne quemada.

La libertad existe.
El amor existe.
¿pero en dónde,
en qué pecho germinan?

Una ola negra se avecina
lentamente por el mar empetrolado
la sombra extingue al sol
una pared de muertos
avanza.

Y parado descalzo,
en la arena de vidrio molido,
entre delfines muertos,
algas de sombra,
frente al cielo rojo yugular,
desnudo yo.

Espero la furia
desmedida e injusta del mar
romper mi pecho
de poeta ciego.

Tan solo nuevamente.

Una promesa de tormenta
que promete matarme
de miedo niño
con el horror del amor.

Sí, me quitará la vida
pero con los brazos en alto
agitando con el último optimisimo
la bandera deshiclachada
del amor en la tierra.

Y si tengo suerte
un cuervo desbandado
con solo dos plumas volando
arrancará mis ojos
y los sembrará en otro tiempo,
en otra playa sin muerte
donde nacerá otra historia
donde dos se besarán
frente al azul-azul del mar.

Esa sería la única justicia.

17/10/2008

1 comentario:

maria villanueva dijo...

o quiza el mar nunca te atravieze,
ahi en la orilla.
sino que moja tus pies
y disuelve con el tiempo las heridas
y sigue siendo la mar,la misma.
vos elegis cuan cerca esta el mar
y tambien cuan largo es el tiempo
que a veces pasa descabelladamente
y a veces cabelladamente